YO VOY A SER SICARIO
EL MURO EN LÍNEA
Por: Luis Miguel Aragón
La Paz, BCS
“Yo voy a ser sicario. Para matar a los que mataron a mi Apá”. Fidel es estudiante de primaria en el municipio de Los Cabos, Baja California Sur. Nuestro encuentro, en el patio de su escuela fue fortuito. Los rayos del sol caían a plomo, encontré una sombra bajo un árbol muy frondoso, que perdía algunas hojas ayudado por el viento. En ese sitio también se guarecían dos jóvenes, les di los buenos días y pregunté sus nombres: Ezequiel y Fidel. El primero saboreaba una empanada de frijol, el otro con una bolsa transparente y en su interior una servilleta que envolvía comida, delatada por una mancha de chile rojo. A los pocos minutos de haberme sentado se marchó Ezequiel al salón para recoger un jugo que olvidó en su mochila. A Fidel lo miré intranquilo, cómo queriendo decir algo pero callaba. Sin embargo segundos después rompió el silencio : “Mi apá usaba la barba como usted…”, después agachó la cara. Para seguir la plática le cuestioné ¿Y ya se rasuró? su respuesta fue lapidaria: ”Lo mataron a balazos unos sicarios…” en los instantes que tardé en contestar se agachó y lanzó una piedra sin dirección, cómo para darme chance de reaccionar. Quise salvar la situación, con una pregunta de sexto grado.- ¿Qué piensas estudiar? –Me aseguró a quemarropa :” Yo voy a ser sicario. Para matar a los que mataron a mi Apá…” Comprendí que Fidel necesitaba hablar de eso y me había elegido, por mi barba similar a la de su padre, o simplemente porqué su interior estaba a punto de ebullición. ¿Tienes hermanos? Le pregunté. Dijo,”una hermanita que cuida mi Abuela”. ¿y tu Mamá? “Trabaja todo el día, ya casi no la vemos”. ¿Sabe tu mamá que quieres ser sicario? “No, ya no hablamos, llega cansada, y sigue muy triste, parece que no le importa nada”. Las frases de Fidel son pesadas, cargadas de odio, rencor, tristeza y frustración. Con la mirada que parece perdida y a la vez puesta en un punto fijo Fidel apuntala, “Antes, salíamos con mi “Apá” a comer, a veces al cine o por lo menos a casa de mi abuela. Pero desde que lo mataron ya no pasa nada. Mi abuela se tuvo que venir de Sinaloa a cuidar a mi hermana, para que mi Amá trabajara. Ya no jugamos. Ya no salimos. No hay vida. Se acabó”… Me dejó desarmado, aturdido, sentí que cada frase era una bala que se incrustaba en mi cuerpo, tal como le sucedió al papá… Mi instinto me hizo avanzar hacía él y abrazarlo… Hasta en situaciones tan adversas la vida tiene dosis de bienestar … La erupción del volcán que traía consigo Fidel hizo erupción … Se derrumbó en lágrimas… Pedía a gritos sordos ser visto, ser atendido, ser cobijado…
Fidel es una de las víctimas en Baja California Sur que sin deberla ni temerla le cambió la vida, desde ese 30 de Julio de 2014 donde se desató una guerra sin cuartel. Lo mismo afuera de un supermercado que en una colonia de la periferia, en las calles repletas de gente o en la soledad de un monte. El gobierno asegura que esta guerra es sólo entre cárteles, pero no dan peso a las más de 600 muertes que hasta la fecha se han registrado, sumado al daño colateral de miles de familias que han perdido la esperanza, no forman parte de las estadísticas y no reciben atención ni ayuda alguna…