EL TRIUNFO
El Muro abre sus páginas en esta ocasión a un periodista de ataño que comparte con nosotros su visión de El Triunfo. Un artículo que elaboró en 1982, pero que hoy sigue cautivando a quien lo lee.
Por: Manuel Orozco
Estas de paso en El Triunfo. Pocos seres se ven acá que no estén solamente de paso. Ante tus ojos se presenta El Triunfo de hoy ya que el del pasado ha quedado escondido cautelosamente bajo los montículos añosos de pedruscos y la pátina del tiempo. Empieza a operarse una agradable transformación y las viejas casonas, testigos de su esplendor pretérito se encalan y visten de novia.
Por sus callejas recorren en procesión jubilosa la esperanza y la unificación de las gentes por la causa común de todos, la grandeza del lugar y el resurgimiento del viejo mineral.
Estos empedrados vieron pasar la tregua arisca de los bailadores Zenón y Paula Navarro, los barriles de vino de don Nicandrilo halados por robustos mineros en asueto jubiloso, a las recuas transportadoras del argentífero que le dio la vida, todo, todo aquí se recuerda con respeto y añoranza.
Incluso el olor a vaqueta perfilada pro los zapateros Juan y Santiago Unzón y sus operarias, Ramona y María Agramont; el olor madrugador a pan de Plácido Cota y el amanecer de percusión de orteguistas en pie para la campaña, el despabilar de Martiniano y su Catalina de los vivaques y el arribar del “Rancho Soldadero”, una oteada al pasado luminoso y una irada de esperanza al futuro promisorio “a lo que fue” y a “lo que seguirá siendo”.
La longevidad de sus gentes es notable. Hace cinco años murió en La Paz la señora Irinea Domínguez Ojeda, cuya acta de nacimiento fue asentada en El Triunfo en 1839.
De las inmigraciones orientales en el siglo XIX, El Triunfo fue el preferido por los refugiados, entre ellos el samurái Juan León Man, príncipe heredero del trono imperial de Manchuria.
En los alrededores de El Triunfo se construyó en 1902 una cerca de piedra de muro seco, para lidiar con las propiedades de la compañía minera. Se trata de un cuadrado perfecto de un metro cuadrado de espesor y 50 kilómetros lineales de longitud.
En la iglesia del lugar se han hecho excavaciones desde hace 115 años para buscar el tesoro de Manuel Ocio, supuestamente escondido bajo el altar.
En 1880 funcionó una escuela particular de idiomas.
La primera línea telegráfica de La Paz a El triunfo fue inaugurada hacia el año 1912.
El padre Luis Moreto forjó siete cañones para la causa del liberalismo del general Ortega Aguilar en 1913, del que se guarda un ejemplar en la plaza pública de San Antonio.
En el poblado se firmó el tratado Pedrín-Negrete, que independizaba a la Baja California de la Nueva España, en tanto no se defina la causa de la independencia. Fue ese tratado la primera adhesión de una entidad mexicana al pacto federal de 1824.
En el año de 1918, la furia de una tormenta tropical desbastó materialmente el poblado de El Triunfo. Sus instalaciones mineras quedaron prácticamente destruidas, siendo un rudo golpe que marcó su decadencia y señal de éxodo de sus habitantes. Quienes ahí quedaron jamás hna perdido la fé.
Algunos datos sobre El Triunfo
El pueblo se levantó sobre una ranchería llamada “Las Casitas”, tomando el nombre de El Triunfo de un placer minero aledaño.
Fue capital provisional del distrito sur de la Baja California a finales del siglo XIX.
Fue cabecera municipal de la delegación de San Antonio.
Logró convertirse en el primer poblado mexicano con la totalidad de sus calles empedradas.
En 1835 fue comprado el actual fundo legal del poblado por la compañía jabonera “La Esperanza”, por tres cuartos de centavo cada acre. Un decreto del presidente Juárez devolvió al pueblo esas tierras.
La altísima chimenea de la planta, un portento de la ingeniería francesa, fue edificada en dos etapas; la primera en 1860 y la final en 1892.
La casa municipal se construyó en el año de 1860 y en el año de 1873 le fue instalado un reloj imperial, ubicado durante 75 años en la Misión de San José del Cabo.
Contó con el único cementerio especialmente erigido para inhumar a los ciudadanos de ascendencia china. Se conserva en el establecimiento una lápida de mármol de carrara con caracteres grabados de la simbología china.
Sus puntos aledaños: El Arroyo Hondo, La Piragua, EL Zacatón, Las Parritas, El Rosario y Las Lamas, fueron teatro de numerosas hazañas revolucionarias.
Entre sus héroes revolucionarios destacaron Martiniano Núñez, Zenón Ojeda, Manuel Martínez, Gregorio Domínguez, Abel Gutiérrez y la guerrillera Catalina Gutiérrez.
Hombres de letras fueron: José Rosario García Sánchez, Francisco Cota Moreno, Fernando Moreno Corral y Pablo Nolasco Ruiz.